jueves, 19 de febrero de 2009

Carta sin receptor


Tan lejos como nunca.

Una parte de mi se marchó con tigo.


Te espero aquí perdida en tu recuerdo, echando de menos tus caricias, recordando como me envolvías entre tus brazos y como tu cálido aliento recorría mi cuerpo desnudo, como un jilguero roza la suave hierba al volar sobre ella.


Estas palabras, se deslizan desde mi boca hasta mi mano al tiempo que las lágrimas bañan mi rostro.

Es una temporada fría y oscura, llena de rencores, de burlas crueles; como la máscara de un payaso.


Y tú te has ido.

Te has ido lejos.


Es cierto que volverás. Es cierto que volveré a sentirte a mi lado, pero junto a ti, se fue mi mayor apoyo. Y ahora me desvanezco lentamente hasta caer.


Mientras, te dedico mis palabras, te dedico estas palabras.

Las que jamás serán leídas por ti.

Las que jamás serán leídas por nadie.

Las que guardare junto a mi esperando el día en que regreses, me abraces, me beses, y pueda volver a nacer.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Nuevo Anochecer

Abrí los ojos, y lo vi todo, pero de una manera diferente, nueva. Por una parte, se me antojó todo más bello, pero por otra...

Ya no sentía la brisa en mi rostro, no gozaba de los suaves colores que tiñen el mundo, no podía saborear nada, ni permitirme el lujo de disfrutar el aire fresco surcando mis pulmones. Pero podía percibirlo todo, de alguna manera, con unos nuevos sentidos, todo era mucho más nítido, aunque muerto. Muerto para mi, o muertos mis reflejos para lo que me rodeaba. No sé por qué, todo eso no me causaba dolor alguno. Lo que en un pasado me habría aplastado como a un mísero insecto, lo miraba ahora impasible.

Me encontraba entre las sombras de una ciudad enorme, observando y observando; atascos infinitos en las interminables carreteras, pitidos impacientes por la larga espera que muchos no se podían permitir. La gente avanzaba entre la muchedumbre a codazo limpio, con unas prisas propias del primer día de rebajas en los grandes y mas baratos mercados, peleándose por llegar cuanto antes a donde quiera que tuvieran que ir, sin importarles el acabar con diez moratones al anochecer.


Cerré los ojos, respiré, pensé. Pero nada de eso ocurrió. Porque no podía respirar, aunque por otro lado, tampoco lo necesitaba para existir. Tampoco podía pensar, puesto que me topaba con una barrera que limitaba mis recuerdos. Sin embargo, había algo que me llamaba muy fuerte, algo que hacía queme sintiese superior a los demás. Era como si les mirase desde la ventana del piso mas alto del mundo. Eran tan pequeños todos...


Aún no sabía lo que me sucedía, ¿Qué podía haber cambiado en mi de un día para otro?


Ahora lo sé. Pero dejare que cada uno goce de su inmensa imaginación ;)