viernes, 12 de junio de 2009

Ultima Exhalación


Nunca más pudo volver a verle sonreir.

Es imposible que olvide ese día, que borre de mi cabeza esa imagen, y el sentimiento de desesperación acompañado de un grito atronador cuando ella se perdió para siempre entre sus brazos.

Era 27 de Marzo de 1987 cuando ocurrió.

Glen le había dicho a Leyre que se alejara de él y de ese condenado pueblo hasta que todo pasara. Si en verdad era un vampiro el asesino al que debíamos detener, uno de los Legendarios, teníamos un serio problema; nadie que se enfrentase a él podría seguir con vida, lo cual no significa que no se pudiese salir victorioso, pero no con vida.
El único que podía intentar algo era Glen, ya que era como él. Bueno, no era uno de los Legendarios, pero de la misma especie al fin y al cabo. El asesino lo sabía, y le estaba esperando. Por eso Glen insistía tanto en alejar a Leyre, para que él no la matase. Pero no había manera.

Leyre era una de esas personas testarudas y valerosas que estaban dispuestas a enfrentarse hasta a la propia muerte por los suyos. Y ella estaba locamente enamorada de Glen. Nosotras, por supuesto, apoyamos a Leyre, no íbamos a dejar a Glen solo.

Pero él tenía razón, teníamos que haberle hecho caso.

Le hicimos creer que nos quedaríamos en casa mientras él iba en busca del asesino para pararle los pies.

Estábamos detrás de unos arbustos mirando y esperando por si él necesitaba ayuda. Llevábamos lanzas hechas con madera de fresno, con eso no conseguiríamos matarlo, pero si hacerle daño y dejarlo indefenso para que Glen le rematara. Desgraciadamente fuimos demasiado ilusas creyendo que podríamos hacer algo contra semejante ser.

Ambos estaban en el claro, pero había una gran distancia entre ellos.
Teníamos un pro y un contra; había una manera de acabar con el vampiro, pero no sabíamos cual era.

El cielo estaba encapotado y tenía un color morado-grisáceo, dispuesto a ofrecer un ambiente aun más terrorífico a la escena.
Nos dimos cuenta de que la tormenta se formaba encima de él, el viento... era como si surgiera de él mismo.

Todo fue muy rápido.

Antes de que me diera cuenta, Leyre corría en dirección al claro. Solo pude ver como el vampiro cogía un rayo con su propia mano y lo lanzaba en dirección a Glen cuando algo se interpuso entre su cuerpo y el rayo, el cual rebotó y salió disparado hacia su creador convirtiéndolo en cenizas.

Leyre...

Ahora ya sabíamos cómo se podía acabar con un vampiro Legendario.

Es imposible que olvide ese día, que borre de mi cabeza esa imagen, y el sentimiento de desesperación acompañado de un grito atronador cuando ella se perdió para siempre entre sus brazos.

Nunca más pudo volver a verle sonreir.

jueves, 4 de junio de 2009

Un adiós...


Estoy sola, sola con mis pensamientos, camino sin vacilar.
Paseo mis destrozados pies descalzos por la vegetación que un día murió a causa de los potentes rayos del sol.

Me detengo y pienso, solo un resultado : un suspiro.

Reitero, doy media vuelta.

Mis amigos huyen, mi familia se va. Todos se marchan en busca de un buen lugar. Yo no, yo me quedo una vez más.
Allí están, subiendo a una pobre embarcación, arriesgando todo cuanto tienen...

¿Y por qué?

Por una sonrisa, por un buen empleo, por una vida decente, por la felicidad que nunca tuvieron, por la supervivencia, por un mundo mejor en el que vivir.

Les dedico la mejor sonrisa que puede disimular todo el acongojo que llevo dentro y levanto mi mano de despedida deseando buena suerte a unas caras que no volveré a ver más.

No lo puedo evitar...

Las lágrimas comienzan a brotar; caen desde mis ojos y resbalan por mi rostro hundido, aunque no logran terminar su recorrido ya que el viento las secó en el intento.

Levanté mi cabeza y oteé el horizonte con la mirada perdida en el infinito. Abrí la boca para permitir que unas delicadas pero intensas palabras nacieran de mis secos labios jurando:

YO TAMBIÉN SERÉ ALGUIEN, LA SIGUIENTE SERÉ YO.