jueves, 4 de junio de 2009

Un adiós...


Estoy sola, sola con mis pensamientos, camino sin vacilar.
Paseo mis destrozados pies descalzos por la vegetación que un día murió a causa de los potentes rayos del sol.

Me detengo y pienso, solo un resultado : un suspiro.

Reitero, doy media vuelta.

Mis amigos huyen, mi familia se va. Todos se marchan en busca de un buen lugar. Yo no, yo me quedo una vez más.
Allí están, subiendo a una pobre embarcación, arriesgando todo cuanto tienen...

¿Y por qué?

Por una sonrisa, por un buen empleo, por una vida decente, por la felicidad que nunca tuvieron, por la supervivencia, por un mundo mejor en el que vivir.

Les dedico la mejor sonrisa que puede disimular todo el acongojo que llevo dentro y levanto mi mano de despedida deseando buena suerte a unas caras que no volveré a ver más.

No lo puedo evitar...

Las lágrimas comienzan a brotar; caen desde mis ojos y resbalan por mi rostro hundido, aunque no logran terminar su recorrido ya que el viento las secó en el intento.

Levanté mi cabeza y oteé el horizonte con la mirada perdida en el infinito. Abrí la boca para permitir que unas delicadas pero intensas palabras nacieran de mis secos labios jurando:

YO TAMBIÉN SERÉ ALGUIEN, LA SIGUIENTE SERÉ YO.

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