Fuego, destrucción y muerte. Era lo único que observaron mis ojos
durante un largo tiempo. El caos reinaba orgulloso e imparable.
La tierra lloraba, sus heridas eran terribles y desgarradoras. Fue
una época llena de dolor, un tiempo en el que el tacto de la piel se
convertía por una noche en un acogedor hogar. Un tiempo en el que
una amable sonrisa te devolvía el calor perdido meses atrás.
Ambas distintas, muy diferentes entre sí, pero las amaba a ambas. Y
aun lo hago.
Creo que nunca entenderé mis dos mitades, pero sé que sin ellas yo
no podría ser. Sería una grieta más, sería la lluvia.
Mi piel se ha perdido, ya nunca regresará. Mientras mi sonrisa me
acuna yo lo escucho. Escucho el lamento que surcará las entrañas de
la tierra por toda la eternidad.