Me
encantaría irme de aquí, irme a donde nadie sepa quien soy, a donde
nadie me juzgue por mi apariencia o por mi procedencia. Me gustaría
recorrer el mundo, ayudar a aquellos que lo necesitasen, impedir que
gente malvada arruine las vidas de aquellas personas humildes. Como
en los libros que me compra mi papá, donde guerreros y guerreras
luchan por el bien y la justicia del mundo. Papá dice que
actualmente existe gente así, pero yo nunca los he visto.
Sé
que es un camino duro, pero… ojalá pudiese hacer algo semejante.
De ese modo entonces todo cobraría algo de sentido para mi.
Esa
noche soñé, soñé que las miradas emanaban calor, que mi andar
tenía un destino. Y mientras soñaba, sonreía.
Diario de Alenae Vientoazul (semielfa, 9 años).
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