jueves, 2 de julio de 2009

Tormenta eterna


La noche aullaba de júbilo ante la caída del sol, el viento le pidió permiso para acompañarle y la noche le aceptó encantada.

Las ramas deshojadas de los arboles empezaron a chirriar contra mi ventana, de modo que me sobresalté. Tanteé el suelo con la punta de mis dedos, palpé la pared en busca del perchero y al percibir una suave tela cogí mi camisón, me vestí y me dirigí a la terraza.

Al salir y pisar la fría baldosa pude percibir el poderío que flotaba en el aire de la noche; el viento se alzaba grandioso y espectacular cambiando todo de sitio, y la luna estaba simplemente espléndida. Y yo...yo sentía que volaba junto al viento, me sentía tan bella como la mismísima luna y tan fuerte y grandiosa como la noche. Pero entonces...todo cambió, y se creó un silencio sepulcral.
Las hojas se posaron en el suelo ya que el viento dejó de soplar, decidió abandonar a la noche en medio del festival.
La luna, furiosa abandono también y se refugió en las nubes, dándole la espalda a todo.
La noche, dolida, entregó sus cielos a un color desvivido y turbio.
Y yo...yo sentía como caía desde el cielo gris, sentía mi piel descomponerse ante las grietas causadas por la fría temperatura y como mi ánimo se desmoronaba, asta caer a las duras baldosas otra vez.

El silencio pavoroso fue interrumpido por los lamentos de mi alma.
La niebla aumentaba, tragándose todo a su paso, cegando asta la llama mas potente, sin dejar ver, ahogando mi vista.
Un relámpago enfurecido cruzó el manto neblinoso rugiendo en el cielo y comenzó a tronar. El estruendo era mayor que el que le antecedía. Y empezó a llover.
Al igual que la noche, las lagrimas que rozaban mi rostro, siguieron su curso hacia el mas allá, inundando todo cuanto tenían delante, sin importarles si quiera la catástrofe que causaban a su paso.
El viento enfurecido volvió, cortando mis labios, arrasando mis manos y mi cuerpo.
Ya no tenía fuerzas para levantar, tampoco las busqué ni las quise. Ese fue mi error, no luchar, no seguir hacia delante, y por eso, todo se tiñó de negro y se convirtió en oscuridad.

Únicamente apreciaba la tormenta, la que había estado esperando con impaciente amargura, como un pobre perro espera su abandono al conocer su ruin familia o un niño espera a que su desgraciado padre le apalee hasta hartarse. Aunque esa noche y como todas, me dejé llevar una vez mas por la llama de la esperanza y al final, para nada.

Todo se acabó apagando.

viernes, 12 de junio de 2009

Ultima Exhalación


Nunca más pudo volver a verle sonreir.

Es imposible que olvide ese día, que borre de mi cabeza esa imagen, y el sentimiento de desesperación acompañado de un grito atronador cuando ella se perdió para siempre entre sus brazos.

Era 27 de Marzo de 1987 cuando ocurrió.

Glen le había dicho a Leyre que se alejara de él y de ese condenado pueblo hasta que todo pasara. Si en verdad era un vampiro el asesino al que debíamos detener, uno de los Legendarios, teníamos un serio problema; nadie que se enfrentase a él podría seguir con vida, lo cual no significa que no se pudiese salir victorioso, pero no con vida.
El único que podía intentar algo era Glen, ya que era como él. Bueno, no era uno de los Legendarios, pero de la misma especie al fin y al cabo. El asesino lo sabía, y le estaba esperando. Por eso Glen insistía tanto en alejar a Leyre, para que él no la matase. Pero no había manera.

Leyre era una de esas personas testarudas y valerosas que estaban dispuestas a enfrentarse hasta a la propia muerte por los suyos. Y ella estaba locamente enamorada de Glen. Nosotras, por supuesto, apoyamos a Leyre, no íbamos a dejar a Glen solo.

Pero él tenía razón, teníamos que haberle hecho caso.

Le hicimos creer que nos quedaríamos en casa mientras él iba en busca del asesino para pararle los pies.

Estábamos detrás de unos arbustos mirando y esperando por si él necesitaba ayuda. Llevábamos lanzas hechas con madera de fresno, con eso no conseguiríamos matarlo, pero si hacerle daño y dejarlo indefenso para que Glen le rematara. Desgraciadamente fuimos demasiado ilusas creyendo que podríamos hacer algo contra semejante ser.

Ambos estaban en el claro, pero había una gran distancia entre ellos.
Teníamos un pro y un contra; había una manera de acabar con el vampiro, pero no sabíamos cual era.

El cielo estaba encapotado y tenía un color morado-grisáceo, dispuesto a ofrecer un ambiente aun más terrorífico a la escena.
Nos dimos cuenta de que la tormenta se formaba encima de él, el viento... era como si surgiera de él mismo.

Todo fue muy rápido.

Antes de que me diera cuenta, Leyre corría en dirección al claro. Solo pude ver como el vampiro cogía un rayo con su propia mano y lo lanzaba en dirección a Glen cuando algo se interpuso entre su cuerpo y el rayo, el cual rebotó y salió disparado hacia su creador convirtiéndolo en cenizas.

Leyre...

Ahora ya sabíamos cómo se podía acabar con un vampiro Legendario.

Es imposible que olvide ese día, que borre de mi cabeza esa imagen, y el sentimiento de desesperación acompañado de un grito atronador cuando ella se perdió para siempre entre sus brazos.

Nunca más pudo volver a verle sonreir.

jueves, 4 de junio de 2009

Un adiós...


Estoy sola, sola con mis pensamientos, camino sin vacilar.
Paseo mis destrozados pies descalzos por la vegetación que un día murió a causa de los potentes rayos del sol.

Me detengo y pienso, solo un resultado : un suspiro.

Reitero, doy media vuelta.

Mis amigos huyen, mi familia se va. Todos se marchan en busca de un buen lugar. Yo no, yo me quedo una vez más.
Allí están, subiendo a una pobre embarcación, arriesgando todo cuanto tienen...

¿Y por qué?

Por una sonrisa, por un buen empleo, por una vida decente, por la felicidad que nunca tuvieron, por la supervivencia, por un mundo mejor en el que vivir.

Les dedico la mejor sonrisa que puede disimular todo el acongojo que llevo dentro y levanto mi mano de despedida deseando buena suerte a unas caras que no volveré a ver más.

No lo puedo evitar...

Las lágrimas comienzan a brotar; caen desde mis ojos y resbalan por mi rostro hundido, aunque no logran terminar su recorrido ya que el viento las secó en el intento.

Levanté mi cabeza y oteé el horizonte con la mirada perdida en el infinito. Abrí la boca para permitir que unas delicadas pero intensas palabras nacieran de mis secos labios jurando:

YO TAMBIÉN SERÉ ALGUIEN, LA SIGUIENTE SERÉ YO.

viernes, 22 de mayo de 2009

Cartas desde mi celda


Luz.

Un techo gris con una bombilla como lámpara. A mi derecha una pared semejante al techo, pero sin bombilla. A mi izquierda, un urinario pegado a la pared acompañado de un lavabo haciendo esquina, algo más alejados de la litera en la que me encuentro. Frente a mi, rejas. Unas rejas negras separándome de un pasillo interminable con unos cuantos guardias custodiándolo.

Oscuridad.

Tú me fallaste, supongo que yo también te fallé a ti. Y mi pregunta es; ¿Tú también estás en una celda? Si es asi... oh amor mio cuanto desearía que fuese esta.

Valla, noto como mi rostro se humedece... qué será esta sensación de angustia y acongojo, porqué está lloviendo en mis ojos...

Un ratón me visita a diario para sonsacarme algo de pan, ya ves, sigo teniendo amistades. También está ese alegre pajarillo que me despierta por las mañanas desde la ventana que antes no mencioné.

No se si me quedaré mucho o poco, estas cosas son difíciles de conocer, como bien tu me solías decir; "El verdadero significado de las cosas, no es siempre el que se describe o se ve".






Inspirado en Gustavo Adolfo Béquer (cartas desde mi celda)

miércoles, 13 de mayo de 2009

El final de los cuentos de hadas


Un jilguero silbando posado en una rama, dando la bienvenida a la primavera;

una bella dama dormida en lo alto de una torre custodiada por un feróz dragón esperando el beso de el ansiado principe que le despertará.

Una tierna pareja admirando un hermoso crepúsculo a las orillas del mar.

Y caperucita recorriendo el bosque, ya fuera de sus dominios acercándose con una cesta a donde aguarda la cruel bruja en su casita de chocolate y dulces.

Tantas historias y relatos, tantos sueños y anhelos rotos en trocitos de algodón y guardados en un tarro para no perderlos jamás...

Tantas lágrimas, siempre lágrimas cayendo sin cesar por desolados páramos hasta los eternos lagos de cristal.

Las buenas doncellas felices con sus amados príncipes y las malvadas brujas escondidas en un horno despiadado a fuego vivo...

Si.

Los finales de los cuentos se antojan preciosos, estupendos, maravillosos...

Pero la última vez que ví a los siete enanitos se despedían con amargos llantos de su querida Blancanieves.

La historia del columpio


¿Por qué se cayó la niña del columio?

"Hola, me llamo Samara y tengo 7 años. La historia que os voy a contar tuvo lugar hace ya unos meses; espero que os sirva en alguno de los aspectos de vuestras vidas.

Era un día cualquiera y el tiempo no era especialmente bueno, el sol se escondía avergonzado entre las nubes que amenazaban al mundo con su amarga lluvia.

Yo estaba como todos los días, en mi columpio, balanceándome una y otra vez, como siempre. Entonces fue cuando me caí.

Siempre estoy sola, apenas como, cuando duermo, paso frío y casi siempre estoy enferma; mi vida siempre ha sido ruin y apestosa, es lo que me ha tocado vivir.
Y poco a poco, eso me hace flaquear. Cada día me cuesta más abrir los ojos y cerrarlos al anochecer. Ya no me quedan fuerzas para balancearme como si nada, por eso no pude volver a subir. Pero con el paso del tiempo comprendí que no me podía quedar entre las mustias hojas esperando una ayuda o una muestra de caridad, porque hoy en día no es que abunde mucho ese tipo de cosas.

De modo que me levante, y me encaré con mi tristeza, me despedí de mis lágrimas y les ordené que no volvieran jamás. Y así volví a sentir como el dulce viento rozaba mi rostro y surcando mis pulmones, llenandomelos de esperanza."

sábado, 11 de abril de 2009

La niña del columpio


Un parque gigantesco, cubierto de todo tipo de árboles. El parque más importante de la ciudad, pues en su interior albergaba todo tipo de posibilidades; tanto para los amantes del deporte, como para esas personas que adoran salir a pasear y disfrutar del viento de la suave caricia del dulce sol. Pero sobre todo, era un sitio mágico para los niños.
A diario los niños iban a pasar las tardes al parque; pero no a cualquier lugar de él.

Al fondo, en lo más recóndito, se encontraba un columpio algo más antiguo que el resto. Y este columpio, tenía su propia historia. Una historia, que solo los niños conocían.

Allí, en el parque, vivía una niña huérfana; siempre jugaba en el columpio. Pero un día, esa niña se cayó de él. Y ya no se atrevía a volverse a subir.

¿Por qué se cayó la niña del columpio?

Hay muchas teorías circulando sobre como sucedió;

1.- Era una niña, a esa edad tienen muchos accidentes.
2.- Se confió demasiado y al no sujetarse bien, resbaló
3.- Se emocionó tanto al ver una piruleta, que se encontró de cara con el suelo.

Pero lo cierto es, que dichas teorías son demasiado evidentes, o por decirlo de otro modo, muy comunes entre los niños. Demasiado normales. Por esa razón ninguna es cierta.

Y es que la verdadera historia es algo más oscura y complicada que una simple piruleta…

Acerquémonos con el resto de los niños para descubrir la auténtica historia de la niña del columpio.